Ciudadanos celebrará el 17 de julio una convención, de carácter deliberativo, tras una sucesión de malos resultados electorales que amenazan la supervivencia del partido. Escribo esta entrada en mi abandonado blog como votante a Cs en las
últimas elecciones autonómicas madrileñas, simpatizante desde hace
tiempo y exafiliado en sus inicios hasta que surgió UPYD, partido al que
estuve afiliado de principio a fin. Por tanto, escribo desde fuera de la organización con la intención de ayudar en un debate que deberá
desarrollarse en el ámbito interno de la misma.
En mi opinión, Cs debería tomar decisiones al menos en tres líneas estratégicas:
1.
¿Liquidar el partido y convertirlo en una plataforma? Con el auge de
Podemos/Más País y Vox los extremos del espectro político se han hecho
más patentes. Esto conlleva que PP y PSOE se convierten en partidos de
centro o, al menos, los centra en el espectro frente a otras opciones.
Es decir, el fin del bipartidismo ha achicado el centro. Ojalá no
hubiera sido así y el fin del bipartidismo hubiera significado la
consolidación de un partido de centro, pero es lo que hay. Las
elecciones autonómicas madrileñas han demostrado que Cs no tiene suelo
electoral (votantes que se identifican con el partido pase lo que pase)
ni en sitios donde hace poco obtuvo muy buenos resultados. Quizá la
excepción sea Cataluña, donde Cs tiene más historia y arraigo y puede que allí si tenga un apoyo suficiente para garantizar cierta
representación institucional.
Cs ya no cuenta con el respaldo de los
medios de comunicación, y los poderes fácticos, que apoyaron su
expansión por el conjunto de España. Es necesario preparar y adaptar el partido a la travesía por el desierto que le espera.
La liquidación de Cs como partido
permitiría que sus cargos públicos pudieran seguir en política en otros partidos con
cierta honorabilidad, que sus afiliados pudieran dedicarse a menesteres
más fructíferos que embalsamar una momia, y que quizá a medio-largo
plazo vuelva a surgir un proyecto en su espacio político. Si Cs no
existiera habría que inventarlo, lo que no implica que pueda seguir
existiendo en las circunstancias actuales.
Convertir el partido en una plataforma o asociación permitiría
mantener cierta estructura organizativa, vínculos personales y dar
soporte a iniciativas políticas vinculadas al proyecto que representaron
Cs y UPYD. UPYD colapsó antes de que esa posible plataforma, planteada en el ámbito interno, fuera viable porque perdió rápidamente su capital político y humano. Cs todavía está a tiempo de
crear algo fructífero. Los intentos existentes actualmente de constituir
una plataforma de este tipo no pasan de ser pequeños grupos de
personas, válidas en muchos casos, pero con más pasado que futuro
desde una perspectiva política.
2. ¿Reducir su ámbito de
actuación para volver a ser un partido de ámbito exclusivamente catalán? Volver a los inicios. Al nacionalismo catalán se le vencerá
desde Barcelona, no desde Madrid, donde siempre habrá un gobierno
dispuesto al pasteleo a cambio de mantenerse en el poder, como vemos con el tema de los indultos. Cs demostró que los separatistas no
están enfrentando Cataluña al resto de España, sino a una parte de
Cataluña contra la otra parte. Cs no ha conseguido implantarse en el
resto de España, porque creció demasiado mal y demasiado rápido. Y en algunos casos, promoviendo el transfuguismo y la traición. Por desgracia, después le ha tocado a Cs vivirlo en sus carnes.
Basta
analizar sus pactos autonómicos para comprobar que Cs fuera de Cataluña
solo ha servido para devolverle al PP en las instituciones el voto que
había perdido en las urnas. En Cataluña ha sido el partido más votado y
líder de la oposición, en buena parte gracias a Arrimadas aunque no sólo
por ella. Ha roto el estatus quo y los equilibrios en el cenagal
nacionalista, que ha colapsado a la espera de que Sánchez lo reanime. Cs
ha hecho historia en Cataluña, en el resto de España se queda
en anécdota. Esto se ve bastante claro cuando se ha vivido desde
Barcelona y desde Madrid el auge de Cs. Es la diferencia entre el
rompedor y el advenedizo, que a veces pueden ser la misma persona u organización según las circunstacias.
3.
¿De izquierdas o de derechas? Redefinir el proyecto ideológicamente
empieza por responder a esta pregunta o, mejor aún, no responderla: ni
de izquierdas ni de derechas. Cs tiene que escapar de ese terreno de
juego por una razón obvia: no le beneficia, en ese marco no
ganará nunca.
No quiero hablar de UPYD, que en estas circunstancias
es como mencionarle a un enfermo a su hermano muerto, pero si algo
distinguió a UPYD de Cs fueron sus inicios y la claridad en la
definición del proyecto. En los inicios de Cs sabíamos lo que no éramos
(nacionalistas), pero no lo que queríamos ser. En UPYD sabíamos lo que
no éramos y lo que no queríamos ser (PP, PSOE) con unas líneas de
actuación muy nítidas que se fueron desarrollando a nivel teórico,
aunque nunca tuvieran una aplicación práctica más allá de aspectos
puntuales. En ese sentido, no estoy seguro que UPYD llegase a hacer política en toda su amplitud, como sí ha hecho Cs.
Un error que
cometimos ambos fue estigmatizar a PP y PSOE hasta el punto de hacer
parecer ante la opinión pública que un posible acuerdo o pacto con ellos llevaba implícita la
traición a uno mismo.
Creo que en UPYD nos hubiera gustado sustituir
al PSOE para que no gobernase el PP, no pactar un gobierno con ninguno
de los dos. Una aspiración legítima pero poco viable.
También entiendo que era difícil que Cs pactase con el PSOE un gobierno para España cuando pudo hacerlo. Fue un error que aún está pagando.
El
españolito medio(idiota) que se (des)informa de política exclusivamente
por la tele identificará al PP con la bajada de impuestos, el
conservadurismo moral y lo que podríamos resumir en "la España cañí". Al
PSOE con el estado social, el progresismo moral y "la España plural",
no sólo en un sentido territorial.
Sin embargo, a Cs lo identificará
con Rivera (antes) o Arrimadas (ahora), como UPYD se identificaba con
Rosa Díez, o a la UCD/CDS con Suárez. Más que un partido sin cabeza, un
partido sólo con cabeza. Un partido que se comporta más como una
plataforma electoral que como un partido en sentido clásico. La idea misma de una convención como la que se va a organizar suena más a campaña publicitaria que a la búsqueda de debates de fondo, pero podría ser el inicio de un debate que conduzca a la toma de decisiones.
Cs
debería buscar su espacio diferencial (odio lo que se parece esta
expresion a la terminología nacionalista; entiéndaseme por favor),
afianzarlo y reclamarlo. Lo del "liberalismo" mejor guardarlo en el baúl
de los recuerdos, dado que es una etiqueta aplicable desde ciertos
sectores del PSOE hasta Vox. La posible redefinición ideológica del
proyecto excede el objetivo de esta entrada, que pretende ser breve para no abusar del lector.
En
fin, mi propuesta sería que Cs vuelva a ser un partido de ámbito
exclusivamente catalán, creando una plataforma vinculada al mismo en el
resto de España. Una plataforma en la que pudiera caber gente afiliada o
con cargo en PP y PSOE fuera de Cataluña y dando libertad a los cargos actuales de Cs fuera de Cataluña para
afiliarse o colaborar con alguno de los dos partidos. Se podría aprovechar esa reconfiguración para redefinir el proyecto a medio-largo
plazo, lo que sería más fácil de realizar sin el regate corto del día a día. En Política es más dulce la entrada que la salida, pero a veces hay que dar un paso atrás para poder dar después dos
hacia delante. No toda retirada es una derrota. Sólo merece ser cargo
público de un partido aquel que se ha afiliado a dicho partido pensando
en el largo plazo. Ah, ¡y a la mierda las primarias!
Se decida lo que se decida, o aunque no se decida nada, le deseo suerte a Cs.